Una de las tareas del hogar más complicada es eliminar del todo los restos de grasa de la vajilla, sobre todo porque hay que hacerlo muchas veces al día. Lavar los platos a mano es un engorro, hasta el punto de que muchas familias prefieren instalar un lavavajillas y engordar la factura de la luz pero asegurarse de que los platos quedan impolutos. Ahora puedes lograrlo sin necesidad de automatizar la tarea, con un truco de moda que permite ahorrar tiempo, agua y dinero. Además, la vajilla quedará reluciente y sin restos de comida.
Si incorporas esta técnica a tus rutinas diarias lograrás un gran ahorro en agua al cabo de cada mes, ya que en muchas casas se friegan los platos hasta tres veces al día, una después de cada una de las principales comidas.
Para fregar los platos correctamente lo más adecuado es que tengas un fregadero con doble seno. Si solo tienes uno puedes utilizar un barreño para suplir al otro seno.
El primer paso es eliminar completamente los restos de comida que hayan quedado en los platos y cubiertos. Una vez hecho esto, introduce la vajilla sucia en el primero de los senos o en el barreño y pon un poco de lavavajillas. Añade agua caliente hasta que se cubran los platos por completo y deja unos minutos en remojo. De esta forma los restos de salsa o comida que aun queden en los platos se irán ablandando y después será más fácil que salten.
Pasados unos minutos ponte unos guantes de goma finos para preservar tus manos y comienza a frotar los platos con un estropajo y un detergente lavavajillas. Cuando las piezas estén limpias ponlas en el otro seno del fregadero. Ve apilándolas allí con la espuma pero aún sin aclarar. Cuando termines de fregar todos llegará el momento de aclararlos bajo el chorro del agua. De esta forma gastarás menos agua que si vas aclarando uno a uno los platos según los vas fregando.
Si quieres ahorrar aún más agua puedes poner en el segundo hueco del fregadero agua limpia e introducir los platos para que se aclaren allí. Cambia el agua cuando tenga espuma y sigue aclarando el resto.
Una vez hayas lavado los platos debes ponerlos en un escurridor para que se sequen. Uno de los errores que más comunes que cometemos es querer acelerar este proceso de secado y pasarles un paño. Esto no es aconsejable ya que pueden quedar restos de pelusas en los cubiertos y muchos perderán el brillo que tenían justo tras ser lavados.
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