Sigue estos trucos para lavar de forma correcta los platos
Aunque siempre se dice que lo que se hace uno mismo resulta mejor en todos los sentidos, los expertos indican que lavar a mano es menos ecológico y económico que hacerlo en el lavaplatos. Josep Freixa, delegado de los lavavajillas y sistemas de lavado industrial Winterhalter en Catalunya, Aragón, Andorra y Baleares, lo tiene claro: “Cuando los lavamos a mano gastamos mucha más agua casi sin darnos cuenta y no conseguimos una higiene tan efectiva”. Cristina Cusí, profesora de Food & Beverage en la escuela superior de hostelería de Barcelona ESHOB, añade que el agua en la máquina alcanza temperaturas superiores a las que soporta la mano, favoreciendo la desinfección total.
Nos convencen. Vamos a comprarlo y encontramos que en el mercado los hay de distintos tipos, tamaños y presupuestos. ¿Sabemos cuál elegir? ¿Lo compramos caro o mejor uno baratito? Y, una vez lo tenemos en casa, ¿sabemos sacarle el máximo partido? ¿Colocamos bien los cubiertos y las ollas? ¿Hemos de usar sal siempre? ¿Cómo lo limpiamos?
Si seguís leyendo descubriréis curiosidades como po rqué nos quedan marcas de gotas en los vasos y la función real del abrillantador, que sirve para algo más que para hacer resplandecer la vajilla. Sobre todo, conoceréis los 10 errores básicos que hay que evitar cuando lavamos los cacharros en el lavaplatos.
1. Prelavar los platos con agua antes de meterlos en el lavaplatos
“No tiene sentido retirar los restos de comida de la vajilla metiéndola debajo del chorro antes de entrar en el lavaplatos porque gastaremos el doble de agua”, explica Cristina Cusí, profesora de la escuela ESHOB de Barcelona. Pero está claro que resulta imprescindible que los platos entren en la máquina lo más desbrozados posible, “porque el lavavajillas puede con las manchas, y con la grasa, pero no es una trituradora de residuos, si estos entran, se acumulan, tendremos mal resultado y lo pueden obturar”, apunta Josep Freixa, experto en lavavajillas industriales y representante de la marca alemana de alta gama, Winterhalter.
Por tanto, debemos retirar los restos visibles con un tenedor o con la mano siguiendo la máxima de que “cuanta menos suciedad haya en los platos, mejor quedarán”. Cusí recomienda las lenguas de pastelería (espátulas de goma) para rascar la grasa muy difícil y arrastrar la porquería de platos y utensilios.
2. No adaptar a mis necesidades el tipo de lavaplatos y el número de lavados
En el mercado a nivel doméstico existen diversas gamas, categorías y tamaños pero la clave está en su utilización. “¿Qué consume menos poner un lavaplatos grande lleno a la semana o uno pequeño cada día con poca carga?”, pregunta Freixa. Suena lógico pensar que la primera opción es la buena, y acertamos. El experto considera que a una pareja sin hijos le puede resultar más económico ir colocando los platos en el lavavajillas y cuando este esté lleno (sin rebosar, claro), ponerlo en marcha. “Evidentemente hemos de utilizar el sentido común y no estar muchos días con los platos sucios dentro del aparato” apunta, y recuerda la importancia de colocarlos limpios de residuos.
¿Y si no tenemos suficiente vajilla? “Sale más a cuenta comprar más, porque las hay de muy buenos precios, que utilizar más veces de lo necesario el lavaplatos”. El mejor consejo es que cada cual adapte el lavado de platos a sus circunstancias y necesidades, teniendo en cuenta que siempre será más sostenible, eficiente y económico llenarlo dentro de los límites establecidos, que usarlo medio vacío.
3. Ahorrar en la compra de un lavavajillas, porque lo barato sale caro
En su práctica profesional, Josep Freixa ha comprobado que la compra de un lavavajillas de calidad siempre sale a cuenta. Por una parte, un buen aparato dura más y consume menos energía; y por otra, también limpia de manera más efectiva. “Si pudiéramos ver un lavaplatos con las paredes de cristal observaríamos cómo el agua llega a todos los rincones mucho mejor en un buen aparato de una marca reconocida que en uno de baja calidad”, apunta. Porque todo el mundo puede ver cuando un plato está sucio, pero es imposible comprobar a simple vista la higiene porque las bacterias son invisibles a la vista. “Te puedes ahorrar 500 euros en la compra, pero obtendrás un peor resultado y más gasto en electricidad”, apunta el experto.
Igualmente, los programas de lavado con más alta temperatura, consumen más energía. Para evitarlo podemos utilizar los llamados Eco, “que consiguen el mismo efecto de limpieza con menos intensidad de calor y agua, alargando el tiempo que dura el lavado”.
4. Pensar que el abrillantador solo da brillo a los platos
Aunque se llame así, abrillantador, esta substancia que incorporamos junto al detergente en cada lavado, tiene dos funciones básicas, además de dejar la vajilla con un punto brillante. La primera es reducir la cantidad de agua que nos queda sobre los platos acelerando el proceso de secado al final del lavado, “algo que se nota especialmente en los lavavajillas industriales que limpian la vajilla en tan solo 2 minutos con una presión de agua y una temperatura muy potente”, cuenta el delegado de la marca Winterhalter, con más de 70 años de especialización en este producto para hostelería.
En segundo lugar, neutraliza el efecto del detergente si hubiera quedado algún residuo en el aclarado. También combate las marcas de agua y en algunos casos crea una especie de film protector que hace que los platos luzcan un punto brillantes. De ahí el nombre, aunque en países latinoamericanos, lo llaman secante.
5. No poner sal para la eliminación de la cal en zonas en que el agua es muy dura
En zonas como la cuenca mediterránea donde el agua lleva mucha cal, es obligatorio añadir sal descalcificadora al lavavajillas en el orificio indicado para hacerlo. “Si no lo hacemos, la resistencia (elemento que calienta el agua para el lavado) se cubrirá de cal, se calentará más de lo debido, perderá efectividad, consumirá mucha más energía eléctrica y se acabará estropeando. El resultado será también que la vajilla nos quedará peor”, explica Freixa.
Para el especialista, si pensamos que, como los electrodomésticos tienen una vida limitada, tal vez nos sale más a cuenta no gastar en sal y ahorrar para comprar uno nuevo cuando nos falle el que tenemos, estamos equivocados. “Es mejor hacer lo posible para mantener nuestra máquina en buen estado y que rinda lo mejor posible”, apunta el experto. En el caso de vivir en zonas donde la dureza del agua es mucho menor (la mineralización es más débil), no será necesario añadir sal. Además, siempre la efectividad de los detergentes será mayor cuanto menos dura sea el agua.
Las marcas en forma de gotas que quedan en vasos y copas de cristal después del lavado no son solamente restos de cal, como muchas veces pensamos.
6. Colocar los cubiertos con el mango hacia arriba y apelotonar los platos
Cuando hablamos de distribución de los elementos en el lavavajillas hemos de seguir la disposición del fabricante. Hay que colocar los cacharros más grandes en la bandeja inferior del lavavajillas porque es el lugar con mayor espacio disponible, no porque allí llegue mejor el agua, con un chorro más grueso, como se puede leer en algunos artículos de Internet. “Si el lavavajillas es de calidad, el agua debería llegar perfectamente y con la misma fuerza a todos los rincones de la máquina por igual”, apunta Freixa.
Precisamente, la importancia del agua (junto con el detergente) es crucial para un buen lavado. Por ello deberemos asegurarnos “de que los utensilios no se apelotonen, que uno no cubra a otro impidiendo su lavado”, cuenta Cristina Cusí, de la escuela ESHOB. “Es como jugar al tetris”, explica Freixa y añade que es muy importante colocar los cubiertos en su cubilete con el mango hacia abajo para lograr un correcto lavado de las partes más sucias del cubierto y que dejen circular el agua, algo fundamental en el lavado. “Los lavavajillas actuales de buenas firmas disponen de una tercera bandeja superior para colocar los cubiertos con comodidad y obtener un mejor resultado del lavado”.
7. Introducir copas refinadas en el lavavajillas
Los vasos y copas se pueden poner en el lavaplatos siempre que estén espaciados y no se muevan porque podrían romperse topando unos con otros. En el caso de las copas finas es aconsejable no introducirlas, y optar por el lavado a mano porque al ser de cristal delicado corren más riesgo de dañarse.
Las marcas en forma de gotas que quedan en vasos y copas de cristal después del lavado no son solamente restos de cal, como muchas veces pensamos. “También son restos de minerales del agua que podemos evitar utilizando agua osmótica libre de cal y mineral, cosa poco habitual en una instalación doméstica”, explica el experto en lavaplatos. El agua purificada por osmosis es la que ha sido tratada y filtrada para estar libre de sustancias como cloro, calcio, magnesio, hierro, potasio, etc... “No hay que preocuparse, no es suciedad”.
8. Que se nos cuele dentro detergente para lavar platos a mano
Parece una tontería pero no es nada aconsejable que en el lavavajillas entre detergente destinado a lavar los platos a mano. “Cada uno está concebido para su función específica y no tienen nada que ver el uno con el otro”. Pero, ¿a alguien se le ocurre poner un desengrasante de botella dentro de un cajetín de lavavajillas? “Eso es difícil pero sí que es común que alguien haga un prelavado de una olla muy sucia con jabón de platos en la pica y se olvide de aclararlo antes de meterlo en la máquina”, apunta Josep Freixa. En ese caso, se genera mucha espuma y eso dificulta el proceso de lavado.
Si nos damos cuenta del error y abrimos la puerta en pleno lavado para corregirlo, no perjudicamos al electrodoméstico, aunque tampoco es recomendable abrir y cerrar continuamente. Se pierde temperatura y tenemos un coste más alto en ese ciclo de lavado. “En principio, lo peor que puede pasar si abres sin cuidado cuando está funcionando es que te mojes o te quemes con el agua que va a salir”.
9. Introducir un molde de cocina que debe lavarse en frío o porcelana delicada
El lavavajillas puede lavar todo tipo de materiales aunque debemos estar atentos a los consejos del fabricante con determinados tipos de utensilios. Por ejemplo en el caso de un molde para hacer pasteles que indique que debe lavarse en frío o con agua templada. La temperatura del agua en el lavavajillas es alta. “En los industriales la normativa indica que el lavado ha de ser a 65 grados y 85 el aclarado”, explica Freixa. También hemos de prestar atención a las vajillas con dibujos o grabados, para que no desaparezcan por el efecto del calor del agua. “Podemos seleccionar la temperatura del lavaplatos para evitarlo”.
Tampoco se aconseja lavar las tapas de las ollas a presión para que las gomas no pierdan efectividad, ni objetos delicados de porcelana que pueden fracturarse o menaje de hierro sin esmaltar. “Lo que no debemos introducir nunca en un lavavajillas es un trapo de cocina porque lo puede obturar”, comenta Freixa. O un tarro de vidrio con una etiqueta de papel que pueda desprenderse y atascar el filtro.
10. No revisar los filtros, usar productos abrasivos
Para limpiar el lavavajillas “lo mejor es seguir las indicaciones del fabricante”, explica nuestro experto, que considera toda una leyenda urbana que deba hacerse un lavado mensual con el aparato vacío para mantenerlo en buen estado. “Es innecesario porque cuando lavamos los platos, la máquina ya se lava a sí misma”, apunta y añade que tampoco es necesario lavarlo con un vasito de vinagre, como se dice, “es un desinfectante que no hace daño, pero tampoco hace falta”.
Lo que sí que debemos hacer es controlar que los filtros y difusores estén limpios, retirando los residuos que puedan ir a parar allí: films transparentes, trozos de comida, un palillo… Cristina Cusí recomienda limpiarlos con agua y jabón.
También podemos limpiar el interior de la cuba con un paño, pero nunca usar productos abrasivos como la lejía o el amoníaco, “que podrían dañar el electrodoméstico y hasta puede llegar a perforarlo”, cuenta Freixa. Está prohibidísimo el uso de estropajos metálicos porque rascan y rayan el acero inoxidable y pueden llegar a oxidar el lavaplatos y provocar una avería grave.
Un último consejo: si vas a tener parada una temporada la máquina por un viaje o unas vacaciones, es preferible dejar la puerta un poco abierta para que pueda respirar.
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